sábado, 5 de febrero de 2011

Resumen libro: 1984 de George Orwell


Winston Smith es militante de un partido (INGSOC) que controla la nación de Oceanía. Nos encontramos en 1984, en la ciudad de Londres y existen tres estados: Oceanía, Eurasia y Asia oriental). El partido lo controla todo, hay una dictadura con unas características muy particulares. Los ministerios se dedican a censurar todo lo que pueda perjudicar al partido. Winston trabaja en el ministerio de la verdad. Las personas que están en contra del partido son eliminadas de inmediato, éstas están completamente controladas por las “telepantallas” que les observan, graban sus palabras y les bombardean con noticias sobre triunfos del partido.La prole que constituye el 80% de la población, vive en las afueras bajo unas condiciones pésimas y sin derechos, pero no se revela ante la dictadura de El Gran Hermano, ya que  han sido engañados por el partido, quien modifica el pasado, haciéndoles creer que tienen un nivel de vida mucho más elevado que el que había en tiempos pasados.
Existe un movimiento de oposición llamado La Hermandad, liderado por Goldstein, aunque se desconoce si esta organización existe realmente.
La historia comienza cuando Winston entra en una tienda proletaria de manera clandestina para comprar un libro ya que quiere comenzar a escribir un diario en el que de su opinión acerca de la situación de opresión en la que se vive. Winston desconfía del partido pero no lo manifiesta asique escribe su diario en secreto.
Al día siguiente, en el trabajo, durante los “dos minutos de odio” (una manifestación diaria en contra del enemigo) Winston, empieza a sospechar que un importante dirigente del INGSOC llamado O’Brien está al igual que él en contra del partido y se empieza a fijar en una joven militante a la que odia sin razón y piensa que es atractiva. Empieza a sospechar que esta chica es una espía ya que se da cuenta en otro viaje a la tienda proletaria de que le sigue. Un día la joven le entrega un papel en el que dice que quiere reunirse con él. Winston acudió a la cita y empezó a conocer a Julia (en secreto), que también estaba en contra del partido.
Durante la historia Winston va recordando datos de su pasado en el que se le ve como un niño malcriado y egoísta. Julia y Winston conocen al propietario de la tienda proletaria donde compró el libro y les empieza a contar cosas del pasado que nadie recuerda y les alquila una habitación para que Julia Y Winston se vean sin ser observados. Allí, hablan, hacen el amor, debaten sus opiniones pero parece que Julia no quiere entender la situación del país a la que no ve solución posible. Winston, sin embargo cree que la solución está en la sublevación de los proles contra el partido.
Pasa el tiempo, y un día son convocados por O’Brien en su despacho, les dice que es un miembro de La Hermandad y les propone unirse a esta. Julia y Winston se unen a La Hermandad y reciben un libro en el que se destapan todas las mentiras del INGSOC, habla de que modifican el pasado y manipulan las mentes.
Julia y Winston son descubiertos en su escondite y son detenidos por la policía del ministerio del amor y terminan en unas celdas tras ser apaleados.
Cuando Winston despierta en la celda se da cuenta de que no está con el Julia y que hay más gente, entre ellos sus compañeros de piso con los que no se llevaba especialmente bien. Los guardias tratan de forma inhumana a los presos que se los van llevando a la habitación 101.
Finalmente aparece O’Brien que le hace un interrogatorio en el cual Winston es sometido a torturas y acaba confesando crímenes que no ha cometido y traicionando a Julia. A partir de entonces comienza con unas sesiones en las que intentan “purificar” el pensamiento de Winston para que ame al partido. Finalmente acaba completamente deformado física y moralmente debido a los malos tratos y termina siendo puesto en libertad amando al Gran Hermano y al INGSOC.

miércoles, 2 de febrero de 2011

El "Balón de oxígeno" para la ciudadanía, los futuros pensionistas y los parados.

Hoy hemos conocido los datos escalofriantes de la subida del paro en España, el paro registrado en enero  subió en 130.000 personas según ha informado hoy el ministerio de trabajo. Estos datos se han conocido el día en el que se celebraba el acto entre los participantes del pacto social y económico entre patronal, Gobierno y sindicatos. Por fin todos se habían puesto de acuerdo en algo. Resulta paradójico cuando hace nada los sindicatos realizaban una huelga general  y la oposición nunca había colaborado con el  Gobierno que ha permanecido aislado. Por fin un consenso… ¿hasta cuándo durará?, ¿servirá de algo? Eso me preguntaba yo esta mañana hasta que he leído que ha habido una ausencia de todos los grupos parlamentarios y del PP al acto.
Parece que nada cambia…
Recemos para que al menos este consenso sirva de algo, y para que la edad de jubilación no se siga alargando y muramos a los 100 años trabajando.

LECTURA Nº3: “ANTI-DURING”, F.ENGELS.

El texto comienza hablando de la concepción del mundo entendida como una serie de principios que explican la conducta humana. Los principios que inspiran la conducta de los sujetos están explícitos en la cultura, ésta, contiene un conjuntos de afirmaciones acerca del mundo físico y de la vida.
Hasta el siglo XIX, las concepciones del mundo, solían presentar unas pautas bajo la forma de credo religioso y moral. Las ciencias positivas acabaron con la filosofía sistemática. La concepción del mundo pretendía ser un saber real del mundo con la misma positividad que la ciencia. Esta aspiración se puede decir que cayó en el fracaso a mediados del siglo XIX con la disgregación del sistema filosófico de Hegel. (“antiduring”).
La filosofía sistemática, según Engels, no daba seguridad al hombre ya que carece de un conocimiento intersubjetivo y es incapaz de realizar previsiones exactas en contraposición del conocimiento positivo, que se constituyó durante la Edad Moderna y que marcó la fecha de caducidad de la filosofía sistemática tradicional.
Aun así, la concepción del mundo contiene afirmaciones sobre cuestiones, que no pueden ser resueltas a través de la verificación o falsación empírica.
Para Engels, a pesar de que el programa de  la ciencia positivista no tenga nada que ver con la concepción del mundo, el científico, inconscientemente, puede someterse a la concepción del mundo que impera en su sociedad.
Después, pasa a hablar acerca de la concepción marxista del mundo, concepción materialista cuya aspiración es acabar con las obnubilación de la consciencia con la presencia de factores no reconocidos e idealizados en la conducta del sujeto. Es una concepción explícita y no considera sus elementos explícitos como un sistema del saber superior al positivo.
El nuevo materialismo para Engels es una concepción del mundo y no una filosofía que se sustenta en ciencias reales. Queda superada la filosofía en cuanto a su forma y preservada en cuanto a su contenido real. La concepción de lo filosófico queda por tanto como un nivel del pensamiento científico para la inspiración y reflexión del investigador sobre sus resultados. Esta concepción no queda por encima de la ciencia.
La filosofía sistemática sostiene sin embargo, que no hay conocimiento por encima del positivo. Dado que el punto de partida y de llegada ha de ser la ciencia real, la concepción del mundo solo puede querer explicitar la motivación de la propia ciencia. Esto es lo que en la filosofía clásica se denomina “inmanentismo”. La explicación de los fenómenos tiene que ser buscada en otros fenómenos no en algo ajeno o superior en el mundo. El inmanentismo que se identifica bastante con la concepción marxista del mundo, se basa en la idea de que el mundo tiene que explicarse por sí mismo. El materialismo y la dialéctica constituyen dos principios fundamentales según Engels de la concepción comunista del mundo.

La dialéctica se inspira en las limitaciones en el hacer científico-positivo. En la ciencia positiva se sigue el principio del materialismo utilizando una metodología analítica-reductiva que elimina las formaciones complejas y cualitativas para centrarse en lo esencial al manejo de las relaciones cuantitativas. Esto hace que el análisis reductivo penetre muy eficazmente en la realidad ya que posibilita el planteamiento de preguntas muy exactas y la formación de conceptos más adecuados. Al prescindir de la parte cualitativa se pierde una parte de lo concreto, parte decisiva para la individualización de los objetos. El positivismo no suministra su totalidad y el campo del pensamiento dialéctico es, precisamente el de las totalidades concretas.
La concepción del mundo ha de proporcionar una comprensión de las totalidades concretas ya que la práctica humana a parte de penetrar en el análisis reductivo de la realidad, tiene que tratar de entender las concreciones reales, lo que la ciencia no puede recoger. En la dialéctica materialista se recupera lo concreto sin que intervengan más datos que los materialistas del análisis reductivo.
En conclusión, el análisis marxista, se propone  entender la individual situación concreta sin postular más componentes que los que resultan de la abstracción y el análisis reductivo científico. Por tanto, el nivel del análisis dialéctico constituye en nivel de la comprensión de las totalidades.